El Museo de la Limia es sin duda uno de los museos etnográficos más importantes y
mejor dotados de Galicia. Se inauguró en el año 1992 con una colección formada por
piezas recogidas en la comarca por personal y alumnado del IES de Xinzo de Limia.

Sería en el año 1996 cuando el Ayuntamiento de Vilar de Santos conseguiría la cesión
de la antigua Rectoral, restaurándose y pasando a ser la sede del museo hasta la
actualidad. Esta edificación fecha del siglo XVIII, fue un antiguo hospital de peregrinos y perteneció a la Orden de Santiago. En la rehabilitación de la edificación se conservaron sus diferentes espacios: hogar, patio y sus materiales de construcción.

El centro está dedicado a la vida y al saber tradicional de la comarca de la Limia,
procurando guardar y transmitir la memoria. Cuenta con diferentes salas de temática
variada: El mar de la Limia (en alusión a la Lagoa da Antela), El mundo rural, La vida en la casa, Los oficios y El comercio, herramientas, saber y costumbres con enormes
semejanzas a un lado y otro de la actual frontera.
Comienza la visita con la historia de la desaparecida Lagoa da Antela, indispensable
para entender la evolución de la comarca. El cambio en las personas que la habitaban
pero también en la propia flora y fauna, alterando un paisaje milenario para siempre.

El segundo espacio se dedica a la vida en el rural, las costumbres, la organización, los
estamentos… con una sala dedicada al trabajo tan delicado y laborioso del cultivo y
extracción del lino, contando paso a paso el proceso hasta el momento de llegar al telar, del que se conserva un buen ejemplar.
Un tercer momento es para la vida en la casa, especialmente centrada en los inicios y
mediados del siglo XX, y representada en su esplendor. Podemos ver cada una de sus
partes y objetos más representativos. Además, la cuestión de los oficios más singulares a los que se dedicaban las gentes de la zona: canteros, herreros, carpinteros o zapateros.
El espacio más singular del conjunto queda para el final, la reproducción de una taberna típica, en la que se vendía y fiaba de todo, desde menaje a medicamentos pasando por artículos de mercería o comestibles.
Todas las piezas fueron donadas por gente de la comarca, viejos artesanos y
labradores. Las mujeres también tienen un importante papel ya que fueron las
encargadas en recuperar la tradición del tejido del lino. En este sentido, se llevaron a
cabo diferentes talleres de tejido en el mismo espacio expositivo.